La vejez

hoy me siento exhausta, como si una gran ola me hubiera dado contra la cara, y sin pensarlo me encontré diciendo lo que siento, por primera vez en mucho tiempo.

porque lo que siento no es siempre lo que digo, aunque no se entienda la diferencia

siento que no hay energía en mi, que hay luz para ver qué onda, pero nada más. cualquier cosa que pueda pasar, puedo aceptarla, ya no tengo miedo. y no se trata de tenerlo, pero tampoco tengo fuerzas para oponerme.

y hay ruido en la calle y no puedo concentrarme en escribir. quizás se acercan los 27 y eso me asusta. me sentía jóven aún, pero este año ya no. ya puedo parecer muy grande ante, no sé, un público de hockey femenino. «¿soy muy grande para anotarme en eso?», pensé ayer. y si, probablemente doble la edad de las jugadoras, prácticamente. deprimente.

pero bueno, es uno de esos días.
quizás mañana sea mejor
probablemente no.

Las mariposas

encerrada en una caja de incertidumbres, me dispongo a analizar cada centímetro de mis excusas. quizás siempre fue así, pero esta vez quedé atónita: la magnitud de mis mentiras habían encontrado dimensiones que no puedo calcular. superan mi tamaño, por supuesto, no muy difícil pareciera; flotan alrededor mío y queda poco espacio para mi alma. me siento nerviosa, asustada
un poco temblorosa, diría…

un círculo alrededor mío y de pronto
silencio. de esos que querés golpear en oscuridad, que te erizan la piel y te vuelven pluma. flotas, pero molesta, pero también hay paz. si me preguntan, yo siento que ese círculo me está juzgando, pero no le doy importancia.

mis excusas son siempre las mismas, pero cada vez más oscuras, más fuertes. me rodean para apreciar cada ángulo, cada célula de mi cuerpo, intentando exprimir con su presencia cada minúscula vulnerabilidad que pueda existir en mi.
quizás me evitan el sobre análisis…

¿a qué costo, no?

tal vez lo más lógico sería que escape, que busque un rincón donde poder correr tan fuerte como pueda y dejar las excusas atrás. quizás tiene sentido, también, que me enfrente a ellas y dé batalla. probar mi dureza, ya que tanto me gusta demostrar que soy piedra. matarlas y resguardarme.

pero nunca pude con lo lógico, me siento teniendo una respuesta grisácea, posible pero no necesaria, un acto noble pero también turbio como cuerpo sin alma, y de repente, el enfrentamiento se convierte en parálisis y me permito ahogarme en mis, tus excusas. las de todos.

y no puedo, pero sigo,
y no quiero, pero quizás sí
y las absorbo, las quiero, las necesito
pero ya no debo
.